En nuestro sistema social de consumo para unos y mendicidad para otros,
todo está dispuesto de tan brillante manera (¿será la mano peluda que mueve los hilos?)
que nada es desperdiciado:
los restos del plato opulento de unos pocos
o sea, el hueso con adornos navideños de carne
el arroz sin gusanos
y los frijoles un poquito agrios
son el festín de esos muchos carentes de platos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La mejor palabra es la que se dice