Frente a esta playa
ataviada con brusco terciopelo de crustáceos erosionados,
de fósiles antiquísimos,
de polvo de criaturas no imaginadas,
esta playa de piel acribillada por los agujeros
del violento cangrejo tornasolado,
una cerveza en mi mano es al mismo tiempo un salvavidas,
el humo de sacrificios vegetales
precipita mis sueños a lejanas galaxias,
a años luz de la civilización
vacía de eternidad y progreso;
frente a esta playa
profanada por la estirpe de los pieles rojas,
recuerdo a mi amigo en cuyas tripas
el cangrejo tornasolado
decidió cavar su morada
para dejar un huerto cultivado de agujeros,
un fósil más en la playa de Puerto Viejo.
viernes, 25 de junio de 2010
martes, 22 de junio de 2010
Breves certezas
Reniego de toda verdad absoluta,
de toda infalible teoría,
mas en un recoveco de mi almohada
mantengo en ascuas mis certezas:
un cigarro nunca se niega
un café no se desprecia
las tocolas no se botan
la piedra se respeta;
ante los dioses doblen sólo
las campanas:
contra la vida no se blasfema;
aluneciendo a tus pies
se eclipsa la miseria
monótona que taladra con luz
y tedio las oficinas;
la vida es múltiple y una sola,
la muerte nos iguala a pesar de las diferencias;
contra la vida no se blasfema
un orgasmo jamás se niega,
tu boca,
tu boca de mujer,
no se desprecia.
viernes, 18 de junio de 2010
¡Qué no está muerto quien sigue hablando después de tieso!
Siempre llegamos adonde nos esperan.
Del Libro de los Itinerarios
José Saramago (El viaje del elefante)
Se consumió la vida de uno de los más grandes escritores que he tenido la oportunidad de leer. Se consumió su vida, mas no su existencia: desde hace tiempo vengo repitiendo que la inmortalidad de estos personajes radica en su cualidad de seguir hablando después de tiesos, como Ricardo Reis, como Nietzsche, como Alonso Quijana.
Queda conmigo el Alentejo, su Evangelio de la liberación y la mofa, la remoción de la marca de Caín. Quedan conmigo los dos libros que me firmó hace unos años, justo por estas épocas en que la lluvia se empecinaba en mojar mis angustias.
jueves, 17 de junio de 2010
Acantilado de agua
We need great, golden copulations.
Jim Morrison
A Marilyn Sánchez
Yo dibujaba caminos en el aire para que los recuerdos peregrinaran de vuelta a su baúl. Ella desmembrando tréboles rojos. Por ratos te echaba una mirada de soslayo y capturaba el reflejo distorsionado en el acantilado de agua. De pronto solté palabras para que reptaran por la montaña, y quizá llegaran a tus oídos, palabras que parecen no ser mías / esta tarde no se mide con agujas, así estas insistan en crucificar nuestra vida, ya solo el ciclo de los astros hermanos nos puede arrancar de la vorágine onírica /
Me miró con intriga, con ojos de quien asiste al espectáculo de una deidad innombrable por lo retorcida de su asimetría, aboliendo un toque mi soledad. Sus dudas formaban cúmulos de interrogantes sordas, atestiguan no comprender la mitad de lo que yo digo, sin embargo, te acercas y cuando siento tu calor creo hablamos el mismo lenguaje y las dudas se disipan progresivamente con el andar de caricias, besos y arañazos, el vaivén rítmico de los cuerpos, el oleaje de espuma tibia que llega desde el Caribe subiendo por el espinazo recostado sobre el lecho de conchas pulverizadas, acción atribuida al ajetreo incansable del mar y de los amantes que tarde o temprano conseguirán erosionar los orgasmos, los cuerpos y su transitar efímero por la vida, deshaciendo el reflejo quimérico en el acantilado de aguas verdes. Las palabras se vuelven impronunciables, superfluas, los gemidos y la presión inicua ejercida por el alicate de tus piernas aprisionan mi cuerpo y justo en ese momento mi alma (o eso que me hace menos animal) se escapa de la celda corpórea tomando como vehículo una exhalación que viaja buscando el nirvana, un suspiro de aire frío del monte, trip momentáneo, y el orgasmo pasa como un aguacero fugaz y violento de esos que hipnotizan tu mirada en un tiempo de mirar por ventanas, el mar recoge sus tentáculos de vuelta a los avernos salobres, tus carnes se apartan un toque, dando suficiente espacio para que la soledad recupere terreno y se abra una zanja entre nosotros dos, un muro de incomprensión insalvable que solo el coito puede demoler.
Me miró con intriga, con ojos de quien asiste al espectáculo de una deidad innombrable por lo retorcida de su asimetría, aboliendo un toque mi soledad. Sus dudas formaban cúmulos de interrogantes sordas, atestiguan no comprender la mitad de lo que yo digo, sin embargo, te acercas y cuando siento tu calor creo hablamos el mismo lenguaje y las dudas se disipan progresivamente con el andar de caricias, besos y arañazos, el vaivén rítmico de los cuerpos, el oleaje de espuma tibia que llega desde el Caribe subiendo por el espinazo recostado sobre el lecho de conchas pulverizadas, acción atribuida al ajetreo incansable del mar y de los amantes que tarde o temprano conseguirán erosionar los orgasmos, los cuerpos y su transitar efímero por la vida, deshaciendo el reflejo quimérico en el acantilado de aguas verdes. Las palabras se vuelven impronunciables, superfluas, los gemidos y la presión inicua ejercida por el alicate de tus piernas aprisionan mi cuerpo y justo en ese momento mi alma (o eso que me hace menos animal) se escapa de la celda corpórea tomando como vehículo una exhalación que viaja buscando el nirvana, un suspiro de aire frío del monte, trip momentáneo, y el orgasmo pasa como un aguacero fugaz y violento de esos que hipnotizan tu mirada en un tiempo de mirar por ventanas, el mar recoge sus tentáculos de vuelta a los avernos salobres, tus carnes se apartan un toque, dando suficiente espacio para que la soledad recupere terreno y se abra una zanja entre nosotros dos, un muro de incomprensión insalvable que solo el coito puede demoler.
viernes, 4 de junio de 2010
Netanyahu habla a un niño palestino
Nadie es, si se prohíbe que otros sean.
Paulo Freire
Niño,
nada significan tus mugrientos guijarros
a la par de nuestros cacharros atómicos.
Nada significa la muerte sangrienta de tu madre,
nosotros contamos con el favor divino,
nada pueden tus llantos
la megafauna bélica no tiene oídos.
Nada puede la onu,
no lo olvides niño costroso:
somos israel,
el pueblo maldito de yahvé.
Nada pueden los gringos
ni los talibanes
ni el negro obama
ni los muppets
ni los marcianos
ni los hippies
ni los beatniks
ni michael jackson
ni mahoma
ni bin laden
ni jesucristo.
¡Qué se escuche el canto de nuestra metralla!
¡Nosotros contamos con el favor divino!
martes, 1 de junio de 2010
La bota de Yahvé aplastando la cabeza de Palestina
Qué conveniente es que la palabra genocidio no sea recordada por los bastardos sionistas. La historia os aplastará pueblo maldito de Israel, ni siquiera vuestro dios se atrevió a vertir sobre tus cabezas podridas bendición alguna.
Solidaridad con el pueblo de Palestina, condenemos de forma vehemente la agresión contra los activistas que llevaban ayuda humanitaria a Gaza.
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