jueves, 11 de marzo de 2010

Dádme cuerda



La rutina es lo que hace sobrevivir a la humanidad. Desde pequeños se nos enseña que la improvisación es una conducta maléfica e irrespetuosa, sediciosa, antisistémica. El caos en que deviene la falta de una rutina diaria es lo que la socialización impide. En este sentido, el ser humano acaba convertido en una máquina que realiza una función – no sin desperfectos – repetitiva día con día, sin mayor sobresalto ni espacio para la improvisación, la hora de levantarse, la disposición de los artefactos de la casa, el lenguaje, ropa, peinado y hasta la manera de andar. Todo debe estar en orden. No solo eso. La mayor cantidad de trabajos son harto repetitivos. Nuestra conducta ha evolucionado hasta el perfecto maquinismo. El invento de la máquina y su extendida utilización en nuestra era capitalista condiciona el carácter de nuestro espíritu. 

La metáfora de que los seres humanos se parecen a las máquinas es oscura. Las máquinas son productos de una cultura, son productos humanos (salvo contadas excepciones extraterrestres encontradas dispersas en los desiertos), son perfectas en tanto su funcionamiento se acople con una serie de actividades productivas y con el único fin de maximizar la ganancia (1). No hablan, son eficientes, se enferman poco (y se puede comprobar que así es). La máquina es la utopía de la sociedad burguesa: la extinción del proletariado, de la pobreza, la Sociedad de los Ricos. El que nosotros nos parezcamos cada vez más a las máquinas y ellas a nosotros confirma que en algún momento llegaremos a ser uno. Para entonces, yo pediré comandar un androide Eva, o acabaré copulando con un microondas biónico.

Notas:
1. La máquina es un espécimen sobresaliente de la razón instrumental: el mejor medio para alcanzar un fin.


2 comentarios:

  1. Si terminaramos copulando con microondas biónicos, a parte de parecerme un tema muy fascinante, nos alejaríamos del concepto máquina humana, porque gustito igual nos daría (cosa muy huamana), pero es muy poco efectivo. A esto hay que sumarle que parecernos cada vez más a máquinas, cada vez nos pone más enfermos, lo que nos aleja de ellas. ¿Será una paradoja?

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  2. Hola Petra! Un gusto verte por estos lares. De hecho es muy paradójico. Creo que la relación máquina-humano es bidireccional; por un lado creamos las máquinas a nuestro antojo, para que realicen nuestras tareas y nos alivianen la existencia (pura razón instrumental), por el otro, cada vez nos parecemos más a ellas. El capitalismo avanza hacia el perfecto maquinismo humano, el desiderátum cultural es que pasemos de la socialización (que involucra un Weltanschauung, una visión de mundo, una ideología, una fe, sentimientos, valores, aspiraciones), a la programación (o sea, ser humano como un ordenador, se le instala el chip y que trabaje como Chaplin en Modern Times, como un animalito robotizado, privado de toda humanidad). Y por eso creo, y lo digo un poco en broma, que acabaremos follando con los microondas y los frigoríficos: seremos uno solo, puros robots esparcidos por el mundo generando plusvalía para la gloria de dios y el capital. Eso es lo que se vive en los establecimientos de trabajo fabril desde hace casi dos siglos, y con la revolución de las tecnologías de comunicación/información el sector servicios está siendo consumido también por el trabajo robotizado y alienante.

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